martes, 28 de marzo de 2017

Unas gafas peligrosas


Hoy me he despertado tan dormido que, en vez de ponerme las gafas de leer, he cogido las otras gafas, esas de color violeta que utilizo para mis experimentos paranormales. En mala hora.

Nada más abrir la puerta de casa para pillar la prensa que amablemente, previa domiciliación bancaria, aparece todas las mañanas en el felpudo, me ha saltado al ojo una terrible evidencia: ¡El Correo debería llamarse La Correa! Por Dios, cómo no me había dado cuenta antes, si es evidente que una correa de transmisión refleja mucho mejor la idea de comunicación, se hace mucho más dinámica. ¡Tremendo machirulismo oculto precisamente allí donde más se evidencia! Y esto solo ha sido el principio.

Sin salir de la misma portada, noticia cultural a dos colores: “Vascos pioneros en Estados Unidos”, subtitulada “Una exposición en la Torre Iberdrola muestra la contribución de los ilustrados españoles en aquel país”. Pasando por alto la relación implícita entre “vascos” y “españoles”, lo que es mucho pasar, y la mención al imperio explotador estadounidense, que no viene a cuento,  se echa en falta, como el agua al pez, a las VASCAS. ¡Somos invisibles o qué!

La foto de la portada, a seis columnas porque no hay más, lleva el pie: “Las estrellas MIchelin apadrinan Jantour”, y se ve a diez garrulos posando junto a una sola mujer situada en el extremo izquierdo. Dicho extremo me parece correcto, pero hablar de estrellas ¡masculinas!,  en un país donde la cocina ha llevado siempre nombre de mujer (sukaldea), me parece tan insultante que tengo que reprimirme las ganas de pegar fuego al panfleto entero enterito, con deportes y tira cómica del Fantasma incluidos.

El titular espectacular de la portada alude, como no podía ser menos, a ETA. Y me quedo pensando… aquí hay algo que no cuadra. ¡Ya está! ¿Por qué ETA y no ETO? Porque los muy machunos, que entre los revolucionarios también los hay, han preferido algo acabado en “A” (askatasuna: libertad) en vez de en “O” (odola: sangre; mucho más atinado) a sabiendas de que su actividad subversiva acabaría resultando odiosa a la mayoría de gente no concienciada, quedando así constancia en el inconsciente colectivo la idea de la maldad femenina… mientras ellos se van de rositas (esperemos que no muy lejos, presoak etxera, que no soy rencorosa(1)). Qué cabroncetes los camaradas.

La misma noticia adjunta titulillos tales como “Solo un grupo de presos…“ y “La entrega de armas tendrá dos actos, uno con verificadores…”. ¿Y las presas, qué? ¿Y las actas? ¿Y las verificadoras? ¿O es que todo son actos machistas y verificadores con pene? ¡Por favor! Está claro que lo importante aquí es levantar acta, pero ni se menciona… faltaría más, qué necesidad tiene La Correa ésta de transmisión capitalista de mencionar a la mitad de la humanidad. Me están empezando a dar arcadas.

Ya está bien, no merece la pena seguir leyendo, ni siquiera abrir las páginas. Agarro esta basura y me dispongo a basurearla cuando leo en el extremo superior derecho “Bizkaia”. ¡Ah, qué infamia! ¡Qué pelotilleo más asqueroso! ¿Por qué, dirán ustedes? ¡Es evidente! A estos sagrados trozos de tierra sagrada se les pone nombre de mujer (Araba, Gipuzkoa, Nafarroa), como resulta lógico, pero… pero… ¿para qué?... ¿con qué fin oculto? Para después masculinizarlas a voluntad denominándolas “territorios”. ¡Qué insulto! ¡Qué ascazo!

Repaso, por obligación sorórica y con la nariz tapada, el resto de noticias portadiles (o portátiles, no sé). “Detienen a un escolta del alcalde…”. Más evidencia imposible: no hay escoltas mujeres ni mujeres alcaldesas (dicen que hubo una en la prehistoria, pero como era facha, no cuenta). Otra: “La conexión rusa alcanza a los Trump”. Claro, como es rusa, es malvada y, por tanto, femenina. Cerdos. Otra más: “Rahm revoluciona el mundo del golf”. ¿Quién? Jon Rahm, un vizcaíno. Como mucho será bizkaino, no te digo. Un golferas, eso es lo que es, como si entre nosotras no las hubiera a tutiplén. Cuánta marginación. Y acabo con el anuncio de abajo a la derecha: “Trae tus ingresos y te quitamos las comisiones”. ¿Se capta? Ingreso: masculino, como todo lo bueno; comisión: femenina, como todo lo malo. Y luego dirán que el lenguaje no es machista. ¿Por qué no se dice “los comisiones” y “las ingresas”? Porque ellos tienen la sartén por el mango, por eso (obsérvese de paso lo asqueroso implícito en “sartén” y “mango”). Yo ya no aguanto más.

Hago un gurruño con la hojarasca. Por culpa de los nervios se suelta una hoja que cae al suelo mostrando la última y más rastrera evidencia: un chiste en página de opinión (la treinta y dos, masculina, como todos los ordinales). Aquí lo adjunto sin mayores comentarios:
 

Agotada, me siento y me quito las gafas para frotarme los ojos. Recobro la razón de golpe. ¡Mierda, dónde está el periódico! ¿Qué habrá declarado ayer Eneko Bóveda, defensa del Athletic, en rueda de prensa? Buah, y todavía no he ido al baño, con las ganas que tengo. ¿Me tendré que sentar para hacer pis? ¿Habré recobrado la razón… entera? ¡Qué miedo!

 
(1) Obsérvese el cambio de sexo sufrido por mi cuerpo súbitamente autodeterminado merced a las gafas violeta.

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